jueves, 4 de marzo de 2010

En el espacio de mi mente



De un momento a otro, ya no estaba mas llorando, me encontraba en un lugar tan tranquilo, que se respiraba una paz en el ambiente un poco mojado. Estaba oscuro, tan oscuro que no podía ver ni la punta de mis pies descalzos. Era como un sueño, un sueño muy tranquilo. El silencio recorría el lugar, no había ni sonido ni viento. Era como si el tiempo se hubiera congelado en aquella noche del mes de febrero. Ya debe haber pasado un mes, si no me equivocaba, había estado tanto tiempo en esa oscuridad, que el lugar no me parecía en nada incomodo. Era algo familiar, simplemente era un pedacito de la nada, eso que queda después de perderlo, de entregar todo, hasta el ultimo recuerdo que había tenido no se dignaba a aparecer en la mente.

Es curioso, era como estar con los ojos cerrados en un lugar que me había acostumbrado a estar. Nada era compañía en estos momentos, me di cuenta al instante de que una terrible soledad se apoderaba de mí, como un manto de frío y dolor. Volví a llorar de nuevo, de la desesperación, quería con todas mis ganas salir de ese lugar tan silencioso, quería escuchar aunque sea un susurro, una palabra que me diga que estoy viva…

Recé, pensé en la luz, en eso que hace mucho no veía. Fue solo al pensarlo que apareció una lucecita tenue, débil, en el horizonte. Como describir lo que había en ese lugar, primero vi, mis pies descalzos llenos de arena, parecía ser una playa, pero lo extraño en ella era que el agua del mar, no tenia olas, ni movimiento, era calma, insípida, aburrida. Con dedos temblorosos toqué el agua, y lleve la punta de mis dedos a mi boca, era salada. Definitivamente es una especie de mar pensé, un mar sin vida, sin gente y sin sombrillas de las playas que había conocido. El resto era arena, mucha arena, no había nada mas que yo, el mar y la arena en ese sitio callado.

Comencé a desesperarme, un sentimiento de soledad profunda se apoderó de mí, quería huir, correr lejos, encontrar una persona, hablar, sentir un poco de vida. Sin embargo mi reacción fue lo contrario, me senté en el piso de arena, y comencé a enterrar mis pies en el suelo, tarareando cosas sin sentido. Preguntándome cuando fue el momento en que caí en ese lugar, ¿Cómo llegue aquí? Pronuncie en voz alta, el eco me respondió ¿Cómo llegue aquí? Con mi misma voz alejándose. Era en vano. Ese lugar era infinito, desolado, pensé que tal vez que de un momento a otro había desaparecido del mundo, y no sabía cómo.

No podía recordar los rostros, podía mirar mi mismo rostro en la tranquilidad del agua, transparente, borroso, era lo que veía de mí en el agua de ese sitio. Mi mente recordaba sombras que ya no existían más, efímeros recuerdos, inconexos. En mí estaba la respuesta, siempre lo había estado, yo sabia realmente qué hacia allí, si ese lugar me lo había creado, era un invento, un recuerdo más de mi vida.

Me desperté al fin, el contexto había cambiado, no estaba en ese playa solitaria, estaba en mi habitación, era de noche, y todo estaba oscuro… percibí algo parecido al lugar de mis sueños, no había ni mar, ni playa ni arena, simplemente estaba esa soledad que persistía todas las noches. Me había dormido por lo que supe mi almohada estaba empapada, deducí que había estado llorando.

La nada me abrazo y me dijo: Buenas noches.

domingo, 21 de febrero de 2010

Bandera Blanca

"No se puede luchar solo en el amor"
En el medio del mar, de lagrimas saladas que derramé por ti todo este tiempo que te fuiste, sin motivo, sin razón y de forma terminante. Lo más cortante de mi vida, el dolor más feo y horas sin dormir, dolor corporal, falta de hambre y otras consecuencias poco favorables para mi persona. En ese lugar solitario, donde uno se puede ahogar o flotar, decidí caerme, y aguantar la respiración, un rato, después volvía a ver la superficie, que seguía igual y yo en mi mar de lágrimas.

Tú perfecto inmutable, si tenías sentimientos no los mostrabas, no los decías ni a tu sombra, ni a ti mismo. Injusta situación que me había creado a mi misma. Ahogada y sin aire en medio de mis propias lagrimas y tú sequito y feliz en la orilla. Que irónica que es la vida. Simplemente era como yo lo había tomado. Dos formas de ser opuestas y dos maneras de hacer un duelo.

Así como estaba pensé y desee tanto frenar, parar de llorar, que cuando lo logré, me di cuenta que tenía mi remera empapada, mis ojos rojos y mi cara hinchada. Simplemente no era la persona feliz de hacia tiempo, de antes de conocerte y en el tiempo que te había conocido. Era en vano luchar contra la corriente, contra los rechazos diarios tuyos. Te había dicho que iba a luchar, pero esto no era una lucha de a uno, era de a dos, y tu te habías rendido mucho antes.

Por eso ahora cuando estoy casi ahogada por el peso de mi propio dolor, de las lágrimas diarias que derrame por ti, por el dolor que me ocasionaba perder a alguien que realmente amé. Alzo mis manos con una bandera blanca, me rindo al tiempo y a la expectativa de que vendrán momentos mejores, me rindo y te pierdo si es lo mejor para tu vida y la mía. Era en vano luchar en fin por una persona que no siente nada, que agoto sus palabras en un: “No te amo” simple y sencillo.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Fantasma mental

Las otras veces que no sucede.



Hay veces que los recuerdos te hacen sonreír, divagar y mirar el pasado con ojos alegres e independientes. Otras veces un recuerdo feliz puede ser más destructor que el recuerdo más triste de tu vida. ¿Por qué será esto de esta forma?, simplemente por que existe la realidad. Y los recuerdos son analizados en el presente según las circunstancias de ese momento, lo que los transforma y adecua en una versión nueva, fresca del recuerdo que se vuelve hecho al repensarlo. El hecho feliz en ese pasado lejano, en el presente se vuelve un arma de destrucción de la felicidad personal, si es que pereció esa imagen feliz que tenías de la persona que lo protagonizaba.

Es entonces cuando salen a la vista esos fantasmas que son los que inventaste creyendo que esa persona era como creías. Pero en la realidad el golpe duro te avasalla con que ni se asoma a la mera verdad. Están esos hechos que te abren los ojos a la verdad y tarde o temprano se cae en la dura realidad. Esa dura realidad es la contraposición a la realidad imaginaria, aunque parezca utópico y contradictorio que exista una “realidad imaginaria”. Es realidad personal por que únicamente es del sujeto que la experimenta, son míos, no es lo que sinceramente es. Se confunden cuando la persona idealiza a la otra, llegando al punto que ella misma lo cree e endiosando a un ser humano. ¿No es así el enamoramiento? Un endiosamiento del otro.

Está en eso el problema de las relaciones entre seres, que luego de un tiempo tarde o temprano terminan necesariamente por saber y resignarse a la verdad. Entonces el sujeto imaginario da lugar al sujeto real, con sus defectos marcados en relación al anterior.

Sin embargo esos recuerdos felices del pasado se vuelven el fantasma terrorífico del presente, del dolor y la agonía. Me deshice del sujeto imaginario, pero aún quedara el recuerdo de mi mente, ese fantasma que me impide progresar, que me ata al ideario de querer que la realidad sea imaginaria, lo que no es su esencia.

martes, 11 de agosto de 2009

Te amo

Así, te convertiste en mi todo
Me consumía, él era todo, no me imaginaba sin él a mi lado, pocas horas al día estábamos separados, era como morir por un tiempo. Miraba sus ojos, esos que tanto me cautivan. ¿Por qué? Le pregunté, esperando que el supiera cuánto lo amo. Sus ojos se cruzaron con los míos, solo unos segundos antes de su respuesta: que no es obvio, me contesto, mirando luego para otra dirección. Pensé que tal vez era muy obvia mi pregunta y lo besé en la mejilla. Hasta mañana, me dijo, pensé que mañana tal vez era demasiado tiempo sin verlo.

Entonces nos imaginé mañana, y así todos los días siguientes me imaginaba otro día con él. Me gustaba, se me hizo lo más normal del mundo, tanto que se fue convirtiendo poco a poco en un pedazo de mí, en mi mañana continuo.

Así miraba el anillo de mi mano, el círculo que significaba, mañana por siempre. Así todos los días me quedaba mirándolo a él, mientras sonreía cada vez más seguido pensando en que mañana también estaría conmigo, y yo miraría de nuevo sus ojos, esos que me hacían reír, los que amaba con todo mi ser.

Por siempre, repetí la mayor utopia de todos los tiempos creyéndomela, pensando que siempre iban a ser mis mañanas con él, deseando con todo mi corazón que así sea.

Te amo, por cada mañana y un poquito más cada día. ¿Hasta dónde se puede amar?, debe ser lo único infinito pensé. Abrazándome a él, ya no estaba sola, me sentía completa.

martes, 21 de julio de 2009

Surrealistas



Hace un tiempo atrás...


Miraba mis zapatos rojos, brillantes, mientras tanto escondías detrás de tu espalda, tu mano cerrada. Miraba de nuevo el azul del agua, arriba el cielo del mismo color. Me distraía fácilmente, entonces ocultabas un secreto más, callabas una palabra que te costaba decir. Cantaba mirando la luna sentada al borde del lago, tú hacías como que no estabas y te confundías en la oscuridad, con mi sombra. Miraba mis parpados cansados, tenia unas marcadas ojeras, por esperar seguía sin dormir ya hacían varios días atrás. Clavaba palitos en el barro, dibujando graciosas figuras, entre ellas nuestros nombres. El mío y de él, a veces lo veía mirando a otro lado, como aburrido, atosigado. Un condenado atado al álamo, me dolían de nuevo los pies, los zapatos rojos ya estaban quedándome chicos. El prisionero dio vuelta y sacó unos nuevos zapatos, más brillantes aún que los rojos de antaño, miraba mi rostro sin mirarme, sólo extendiendo un poco el brazo para alcanzarme el nuevo par. Le dije gracias y me volví a seguir observándole horizonte, con la monotonía de todos los días pero nuevos zapatos que él sacaba de algún lado para mí.

Seguían las noches, sin dormir, los zapatos se gastaban, lo curioso es que yo no caminaba, solamente esperaba sentada bien al borde. Detrás se escuchaban a veces ruidos, pero no eran más que susurros y lamentos del prisionero. Me hartaste, ¿Qué es lo que te ocurre ahora?, le pregunte, ¿Por qué no te vas?, le tire una llavecita. Soltó las cadenas que hicieron un leve sonido contra el suelo embarrado. Miraba ahora a mi dirección, ¿Por qué no te vas? Le volví a insistir. Extraño las cadenas me contesto, y extendió su mano que estaba cerrada, la abrió y me dejo ver una flor marchita. Si tanto me quería debía haberlo demostrado hace años, pero habrías preferido vestirte de sombras, mirar a otro lado y vivir como un condenado.

Seguía insistiendo esta vez aún más fuerte, me dolía la cabeza, ya no lo quería ni ver. Me di vuelta habían zapatos por todos lados. Unos rojos, que llevaba parecidos a los de la primera vez que estuve ante el lago sufriendo como los que esperan. Había estado tan callado entonces que era exactamente lo mismo como estar completamente sola.

domingo, 21 de junio de 2009

La agonía de Narciso

Amarte fue tu condena


Solitario, caminaba mirando el espejo. Un rostro hermoso, elegante, una silueta perfecta, la sombra más hermosa del mundo. Si eras perfecto querido Narciso. Los árboles, las rosas, la naturaleza misma se ponía celosa cuando estaba a tu lado. Tu mano se aferraba al espejo, te admirabas y brillaban mas tus ojos cuando te veías. Que mujer no hubiera estado a tu lado, pero en tu mundo no había espacio, un ser tan grande y tan hermoso se basta a si mismo para vivir. La más hermosa no era tan hermosa y quedaba reducida a una simple muchacha común a tu lado.

Si no hubiera sido, tal vez esa piedrita en tu camino, o no levantabas la vista y la hubieras visto. Como todo, sigue su curso, la belleza lamentablemente no dura la eternidad. Puedes contemplarte al borde del lago, brillar y llevar un espejo de vanidad encima. Pero de tanto mirarte tu mundo se arruina por que te tropiezas cuando ya es tarde, la piedra en tu camino que no viste rompe tu espejo, los vidrios se incrustan en tu rostro. Tu belleza no fue más que la discordia que te causó la vanidad, el egoísmo. Corriste al nuevo espejo, pero no te gusto el rostro que viste, el que era tuyo ahora, el que buscaste indirectamente por quererte, amarte sobre todas las cosas. Ahora te miras y escondes la cara, ya no caminas altanero por la vida, buscas y no encuentras más que rechazos. Pero aprendiste al fin Narciso, la vida es algo más que ser una cara bonita…

miércoles, 27 de mayo de 2009

La razón adormecida

Tengo toda mi vida, pero la eternidad se fuga en el recuerdo

Ni una gota más modifico el reflejo estático en el lago. Seguía mostrando la imagen invertida de una persona. Ella se contemplaba sola, en el borde mirando detenidamente, esperando que el mundo arrojara una piedra que provocara la estela continua del vaivén rutinario de la existencia.

Es cuando se detiene el tiempo, parece que no avanza cuando en realidad se va con cada aliento, cambian las cosas. Pero el reflejo sigue mostrando que algo permanece innato, inherente al cambio, el elemento estático yacente.

Sigue siendo la misma esencia que el comienzo de los días, el alma que no se modifica, el eterno resplandor de la luz del recuerdo. La mente es el misterio que el hombre debe resolver.

Cuándo comprendas que la forma en la que crees conocerte es solo el invento de tu mente, no es nada más que lo que podrías llegar a ser, una simple posibilidad. Esperando que algo le diera la pista de despertarla, quitara la apacible tranquilidad en el lago, derramara una duda más y preparara el camino para afrontar la vida misma.