domingo, 21 de junio de 2009

La agonía de Narciso

Amarte fue tu condena


Solitario, caminaba mirando el espejo. Un rostro hermoso, elegante, una silueta perfecta, la sombra más hermosa del mundo. Si eras perfecto querido Narciso. Los árboles, las rosas, la naturaleza misma se ponía celosa cuando estaba a tu lado. Tu mano se aferraba al espejo, te admirabas y brillaban mas tus ojos cuando te veías. Que mujer no hubiera estado a tu lado, pero en tu mundo no había espacio, un ser tan grande y tan hermoso se basta a si mismo para vivir. La más hermosa no era tan hermosa y quedaba reducida a una simple muchacha común a tu lado.

Si no hubiera sido, tal vez esa piedrita en tu camino, o no levantabas la vista y la hubieras visto. Como todo, sigue su curso, la belleza lamentablemente no dura la eternidad. Puedes contemplarte al borde del lago, brillar y llevar un espejo de vanidad encima. Pero de tanto mirarte tu mundo se arruina por que te tropiezas cuando ya es tarde, la piedra en tu camino que no viste rompe tu espejo, los vidrios se incrustan en tu rostro. Tu belleza no fue más que la discordia que te causó la vanidad, el egoísmo. Corriste al nuevo espejo, pero no te gusto el rostro que viste, el que era tuyo ahora, el que buscaste indirectamente por quererte, amarte sobre todas las cosas. Ahora te miras y escondes la cara, ya no caminas altanero por la vida, buscas y no encuentras más que rechazos. Pero aprendiste al fin Narciso, la vida es algo más que ser una cara bonita…