viernes, 18 de septiembre de 2009

Fantasma mental

Las otras veces que no sucede.



Hay veces que los recuerdos te hacen sonreír, divagar y mirar el pasado con ojos alegres e independientes. Otras veces un recuerdo feliz puede ser más destructor que el recuerdo más triste de tu vida. ¿Por qué será esto de esta forma?, simplemente por que existe la realidad. Y los recuerdos son analizados en el presente según las circunstancias de ese momento, lo que los transforma y adecua en una versión nueva, fresca del recuerdo que se vuelve hecho al repensarlo. El hecho feliz en ese pasado lejano, en el presente se vuelve un arma de destrucción de la felicidad personal, si es que pereció esa imagen feliz que tenías de la persona que lo protagonizaba.

Es entonces cuando salen a la vista esos fantasmas que son los que inventaste creyendo que esa persona era como creías. Pero en la realidad el golpe duro te avasalla con que ni se asoma a la mera verdad. Están esos hechos que te abren los ojos a la verdad y tarde o temprano se cae en la dura realidad. Esa dura realidad es la contraposición a la realidad imaginaria, aunque parezca utópico y contradictorio que exista una “realidad imaginaria”. Es realidad personal por que únicamente es del sujeto que la experimenta, son míos, no es lo que sinceramente es. Se confunden cuando la persona idealiza a la otra, llegando al punto que ella misma lo cree e endiosando a un ser humano. ¿No es así el enamoramiento? Un endiosamiento del otro.

Está en eso el problema de las relaciones entre seres, que luego de un tiempo tarde o temprano terminan necesariamente por saber y resignarse a la verdad. Entonces el sujeto imaginario da lugar al sujeto real, con sus defectos marcados en relación al anterior.

Sin embargo esos recuerdos felices del pasado se vuelven el fantasma terrorífico del presente, del dolor y la agonía. Me deshice del sujeto imaginario, pero aún quedara el recuerdo de mi mente, ese fantasma que me impide progresar, que me ata al ideario de querer que la realidad sea imaginaria, lo que no es su esencia.

martes, 11 de agosto de 2009

Te amo

Así, te convertiste en mi todo
Me consumía, él era todo, no me imaginaba sin él a mi lado, pocas horas al día estábamos separados, era como morir por un tiempo. Miraba sus ojos, esos que tanto me cautivan. ¿Por qué? Le pregunté, esperando que el supiera cuánto lo amo. Sus ojos se cruzaron con los míos, solo unos segundos antes de su respuesta: que no es obvio, me contesto, mirando luego para otra dirección. Pensé que tal vez era muy obvia mi pregunta y lo besé en la mejilla. Hasta mañana, me dijo, pensé que mañana tal vez era demasiado tiempo sin verlo.

Entonces nos imaginé mañana, y así todos los días siguientes me imaginaba otro día con él. Me gustaba, se me hizo lo más normal del mundo, tanto que se fue convirtiendo poco a poco en un pedazo de mí, en mi mañana continuo.

Así miraba el anillo de mi mano, el círculo que significaba, mañana por siempre. Así todos los días me quedaba mirándolo a él, mientras sonreía cada vez más seguido pensando en que mañana también estaría conmigo, y yo miraría de nuevo sus ojos, esos que me hacían reír, los que amaba con todo mi ser.

Por siempre, repetí la mayor utopia de todos los tiempos creyéndomela, pensando que siempre iban a ser mis mañanas con él, deseando con todo mi corazón que así sea.

Te amo, por cada mañana y un poquito más cada día. ¿Hasta dónde se puede amar?, debe ser lo único infinito pensé. Abrazándome a él, ya no estaba sola, me sentía completa.

martes, 21 de julio de 2009

Surrealistas



Hace un tiempo atrás...


Miraba mis zapatos rojos, brillantes, mientras tanto escondías detrás de tu espalda, tu mano cerrada. Miraba de nuevo el azul del agua, arriba el cielo del mismo color. Me distraía fácilmente, entonces ocultabas un secreto más, callabas una palabra que te costaba decir. Cantaba mirando la luna sentada al borde del lago, tú hacías como que no estabas y te confundías en la oscuridad, con mi sombra. Miraba mis parpados cansados, tenia unas marcadas ojeras, por esperar seguía sin dormir ya hacían varios días atrás. Clavaba palitos en el barro, dibujando graciosas figuras, entre ellas nuestros nombres. El mío y de él, a veces lo veía mirando a otro lado, como aburrido, atosigado. Un condenado atado al álamo, me dolían de nuevo los pies, los zapatos rojos ya estaban quedándome chicos. El prisionero dio vuelta y sacó unos nuevos zapatos, más brillantes aún que los rojos de antaño, miraba mi rostro sin mirarme, sólo extendiendo un poco el brazo para alcanzarme el nuevo par. Le dije gracias y me volví a seguir observándole horizonte, con la monotonía de todos los días pero nuevos zapatos que él sacaba de algún lado para mí.

Seguían las noches, sin dormir, los zapatos se gastaban, lo curioso es que yo no caminaba, solamente esperaba sentada bien al borde. Detrás se escuchaban a veces ruidos, pero no eran más que susurros y lamentos del prisionero. Me hartaste, ¿Qué es lo que te ocurre ahora?, le pregunte, ¿Por qué no te vas?, le tire una llavecita. Soltó las cadenas que hicieron un leve sonido contra el suelo embarrado. Miraba ahora a mi dirección, ¿Por qué no te vas? Le volví a insistir. Extraño las cadenas me contesto, y extendió su mano que estaba cerrada, la abrió y me dejo ver una flor marchita. Si tanto me quería debía haberlo demostrado hace años, pero habrías preferido vestirte de sombras, mirar a otro lado y vivir como un condenado.

Seguía insistiendo esta vez aún más fuerte, me dolía la cabeza, ya no lo quería ni ver. Me di vuelta habían zapatos por todos lados. Unos rojos, que llevaba parecidos a los de la primera vez que estuve ante el lago sufriendo como los que esperan. Había estado tan callado entonces que era exactamente lo mismo como estar completamente sola.

domingo, 21 de junio de 2009

La agonía de Narciso

Amarte fue tu condena


Solitario, caminaba mirando el espejo. Un rostro hermoso, elegante, una silueta perfecta, la sombra más hermosa del mundo. Si eras perfecto querido Narciso. Los árboles, las rosas, la naturaleza misma se ponía celosa cuando estaba a tu lado. Tu mano se aferraba al espejo, te admirabas y brillaban mas tus ojos cuando te veías. Que mujer no hubiera estado a tu lado, pero en tu mundo no había espacio, un ser tan grande y tan hermoso se basta a si mismo para vivir. La más hermosa no era tan hermosa y quedaba reducida a una simple muchacha común a tu lado.

Si no hubiera sido, tal vez esa piedrita en tu camino, o no levantabas la vista y la hubieras visto. Como todo, sigue su curso, la belleza lamentablemente no dura la eternidad. Puedes contemplarte al borde del lago, brillar y llevar un espejo de vanidad encima. Pero de tanto mirarte tu mundo se arruina por que te tropiezas cuando ya es tarde, la piedra en tu camino que no viste rompe tu espejo, los vidrios se incrustan en tu rostro. Tu belleza no fue más que la discordia que te causó la vanidad, el egoísmo. Corriste al nuevo espejo, pero no te gusto el rostro que viste, el que era tuyo ahora, el que buscaste indirectamente por quererte, amarte sobre todas las cosas. Ahora te miras y escondes la cara, ya no caminas altanero por la vida, buscas y no encuentras más que rechazos. Pero aprendiste al fin Narciso, la vida es algo más que ser una cara bonita…

miércoles, 27 de mayo de 2009

La razón adormecida

Tengo toda mi vida, pero la eternidad se fuga en el recuerdo

Ni una gota más modifico el reflejo estático en el lago. Seguía mostrando la imagen invertida de una persona. Ella se contemplaba sola, en el borde mirando detenidamente, esperando que el mundo arrojara una piedra que provocara la estela continua del vaivén rutinario de la existencia.

Es cuando se detiene el tiempo, parece que no avanza cuando en realidad se va con cada aliento, cambian las cosas. Pero el reflejo sigue mostrando que algo permanece innato, inherente al cambio, el elemento estático yacente.

Sigue siendo la misma esencia que el comienzo de los días, el alma que no se modifica, el eterno resplandor de la luz del recuerdo. La mente es el misterio que el hombre debe resolver.

Cuándo comprendas que la forma en la que crees conocerte es solo el invento de tu mente, no es nada más que lo que podrías llegar a ser, una simple posibilidad. Esperando que algo le diera la pista de despertarla, quitara la apacible tranquilidad en el lago, derramara una duda más y preparara el camino para afrontar la vida misma.

martes, 19 de mayo de 2009

Continuará...

A veces las cosas son por que tienen que ser así


La risa corrió por la multitud. Los presentes se levantaron de sus asientos y aplaudieron. Estaban contentos, entre la fiesta, la música y los recuerdos de sus propias vidas. La novia estaba impaciente, no estaba del todo segura de si era lo mejor para los dos. Él la quería muchísimo, pero no la amaba, por lo menos eso creía. Reinaba la incertidumbre en ambos.

Como el normal curso de las bodas, la historia de estas personas siguió en línea recta después de dos inseguros “Acepto”.

Miraba detenidamente el anillo en su mano, el nombre de él no debería empezar con esa letra. Era tan común como cualquier anillo de bodas, pero a ella no le parecía lo mismo, era diferente, no llevaba el nombre que ella quería. ¿Qué habrá sido de la vida de él?, se preguntaba seguido, se habrá casado, dónde estará, cuán feliz seria. Espero que sea muy feliz, se intento convencer, que probablemente él estaría lejos, con su familia en otro lugar. Hace bastante que no tenía noticias suyas, de todos los que habían estado presentes el día de su boda, ella noto la ausencia de él como si lo hubiese estado esperando para impedir que todo ocurra. Pero como no estaba las cosas siguieron el curso de lo que tenía que ser.

No estaba tranquila, quería saber si estaba bien, si es feliz. Por eso, una tarde, fue a su casa, la sorprendió encontrar todo tan igual que antes. Pero en esa casa, ya no vivía más él. Se fue, de viaje, ignoro a dónde.

No eran personas que se amaban, pero por lo menos se ayudaban a pasar el tiempo…

Si se puede vivir la sombra de la vida, se llega al final sabiendo que no viviste ni un momento desde el momento que perdiste la conciencia. Desde ese segundo que se robo tu cordura y te cambio para siempre.

No se detiene por más que tanto lo quiera así...tu vida continuará…

miércoles, 6 de mayo de 2009

Justificando lo obvio



El silencio puede ser tan ruidoso a veces
Espero ser malentendida en algunas cuestiones, para quitarme de la conciencia todos los errores que cometí. Mirar y decir que nada fue previamente planeado, que solo fue obra de la casualidad y que no soy yo la que actúa desconsideradamente. Hacer de cuenta que no entiendo para que me expliques, una y otra vez, solo para escucharte hablarme. Mirar creyendo que no veo, para poder obviar el dolor del rechazo. Sonreír internamente cuando sea la ocasión para disimular todas las emociones.

Tener el carácter de no responderte cuando me llames, de decir que no quiero verte cuando en realidad no es así. Pero por lo menos tener ese orgullo que perdí por perderme por una persona. Ser de nuevo empezar a creer que no tengo control sobre mis emociones, para decir que todo esto que me pasa no es mi culpa.

Justificar una y otra vez tus acciones y buscarle el sentido que más me guste. Creyendo que en realidad es así y convencerme de ello. Decir no cuando es si y si cuando es no. Por que el amor cambia los significados a los opuestos.




Vivir en la más tierna e inocente mentira de pensar que me quieres…




Ser cuerda y volverme totalmente loca.

viernes, 24 de abril de 2009

Arena, zapatos y preguntas...


Al fin después de tanto buscar, vuelvo al principio, donde no sabía nada y tenia mi pregunta, conmigo. Por lo menos me queda ésto, pensé, podría haber perdido en el intento la curiosidad, pero lamentablemente no fue así. Tenía el problema de si iba a comenzar de nuevo, por el mismo camino y buscar sobre lo buscado y si iba a elegir, el camino que me restaba. Bueno, qué pierdo, si al fin y al cabo es todo en vano no me cuesta seguir arrastrando la arena en mis zapatos.

El resto es historia pasada, las decisiones se rigen en el presente momentáneo. Entonces por conocer otros caminos doble, a la izquierda. Iba a empezar de nuevo en un sentido paralelo al mismo camino que había transitado hace unos meses atrás.

Solamente, puedo intuir que estaba caminando en círculos y volviendo al principio, tal vez la respuesta que busco este ahí, donde empezó todo, bien o mal. O mi pregunta no esta formulada en términos claros, lo que me impide saber en realidad ¿Qué quiero?

Le busco parecidos o este lugar es el mismo, tal vez sea distinto, pero me lo imagino igual al anterior. El cielo por lo menos es el mismo de eso estoy casi segura. Y la arena, los zapatos y la pregunta también son iguales en cualquier lugar donde esté.

lunes, 20 de abril de 2009

"Domingo por la tarde", corriendo en la avenida lluviosa, lejos, de vuelta a mi casa


La lluvia caía, me mojaba, yo corría, escapado de algo que no sabia qué era. Sola, un paso tras otro, la avenida estaba vacía, ya era de noche. Seguía hasta que me sentía un poco mejor, el viento era helado, pero no más helado que la decepción. Me dolía la cabeza y si frenaba capaz que me iba a volver loca, corrí con más ganas. De esa forma iba a llegar corriendo a mi casa, pero no tenia apuro en llegar y que me pregunten qué me pasaba. No era por que llovía, menos mal, no habría soportado un clima calido ni un vientito consolador. Quería hacer las cosas como eran y no pretendía más consuelos, si estaba mal, quería llorar y no que me dijeran nada para evitarlo. Me sentía mejor, yendo lejos con la lluvia, empapada con dolor pero al fin sintiéndome un poco libre. De todos modos yo no podía hacer nada, era una situación de esas que pasan y no se olvidan.

No sentí nada después de un rato, mis pies estaban como entumecidos y mi mente anestesiada. Estaba ahora en la plaza, a unas cuadras de mi casa, pero no estaba lista para irme. Me quede sentada un rato, mirando como los autos pasaban por la avenida, como hipnotizada, como un ente.

Fue el último daño que permití que me pase, tenés que quererte un poco mas me dijeron hace un tiempo. ¿De esta forma tengo que entender y aprender?, las personas que me querían me lo recordaban muy seguido cuando estaba así en ese horrible estado. Tenia por que me iba a volver loca a aprender a querer a las personas que me querían y no a los que me engañaban y mentían.

Llegue a mi casa al fin de un día largo y cansador, me dormí al instante, no soñé con nada ni nadie, estaba cansada

Entre la magia y el amor


La última vez que vi un espectáculo de magia tenia como nueve años, si recuerdo bien. El mago sacaba pañuelos de sus mangas, yo, me sorprendía y me preguntaba ¿Cómo?, su siguiente acto era más impresionante, manipulaba las cartas con la habilidad más extraña que hubiera conocido. De algún lugar hacia aparecer ramos de flores. Siempre la magia me intrigaba, y yo creía que era verdad, lo dejaba como una incógnita más que no podía responder, pero no me dejaba de perseguir. Era algo impresionante como desaparecían y aparecían las cosas, ¿Dónde estaban cuando desaparecían?, en la nada pensaba en ese momento.

Ahora, puedo saber muy bien cosas que no entendía cuando era más chica, la magia no es más que la ilusión óptica producto de un momento de “distracción”. Desilusionante pero muy cierto. Lo descubrí hace poco, cuando vi, al ultimo mago que paso por mi vida. En el escenario sus actos parecían emocionantes, y mantenía al público expectante y lleno de dudas, así captaba la mirada de muchos inocentes, hasta la mía. En la primera fila, yo era espectadora, y me maravillaba verlo hacer aparecer todo tipo de cosas. Me preguntaba como esa nena que era antes, ¿Cómo?

La ultima actuación fue la mas reveladora, la que quito por siempre la magia a la “magia”. Como toque final a su número tan bien interpretado, dijo, que iba a desaparecer. El público miraba emocionado, yo estaba intrigada. No, no puede ser, nada desaparece, es algo que iba en contra de la física y todos los otros conceptos científicos que me habían inculcado con mi educación. Tal como lo dijo, no se en qué momento me distraje con su revelación, y el mago ya no estaba. Se hizo una pausa en el teatro y anunciaron que la función había terminado. Pero ¿Por qué?, no tiene que volver a aparecer, quise saber.

Fue rápido pero lo distinguí entre la multitud, ya no tenia su disfraz de mago, era un simple hombre más que se mezclaba en la multitud, y salía por la puerta de atrás del teatro, escondiéndose, para que no se dieran cuenta que era parte del truco. Nadie se daba cuenta que faltaba su presencia, habían quedado muy intrigados con su espectáculo. Entre todos los presentes, me pareció que si era posible desaparecerse, todos tenían su mundo apartado, ¿Quién se iba a dar cuanta de su ausencia?, yo tal vez.

Por eso y mucho más se dice que el amor es mágico. Estoy muy de acuerdo con esta acepción, mágico por que la magia es un engaño, mágico por que es un truco entre espectador y mago. Lo mágico tiene explicación racional, todo tiene su justificación y el amor no es la excepción a las mentiras comunes de la vida. Fue lo mas difícil de afrontar, la desaparición tan traumática de algo que no es mas que ficción y engaño.

Es cierto, desapareció, se confundió con la nada. Es más fácil desaparecer, tanto que cuando se torna una costumbre, lo más difícil es re aparecer de nuevo, para darse cuanta que el mundo sigue aunque las cosas desaparezcan o se “oculten”.

Ahora como esa nena de nueve años me pregunto de nuevo, ¿Por qué? Debe ser que la vida me enseño que todo lo que yo creía y pensaba no era así, la realidad es la que no quiero ver y por eso creía que la magia existía. El simple motivo que me distraigo… con tanta facilidad con cosas insignificantes que pasan todos los días. Entonces es sencillo ser crédula, infantil, y tragarme actuaciones de ése tipo.

sábado, 18 de abril de 2009

La espera de nadie



“El corazón tiene unas razones que la mente ignora" (Pascal)


Como ya me canse, no es que me haya del todo resignado, pero llega a un punto que es en vano seguir corriendo cuando se vuelve todo para atrás. No se llega definitivamente a ningún lugar, se pierde el tiempo que podría invertirse en vivir el presente, no se disfruta, de ninguna compañía por que falta una sola. Es cuando nada es suficiente por que falta algo, y el tiempo se pasa, pensando en alguna forma, dando vueltas al asunto sin traerlo a la realidad concreta. No es más que una idea reducida a escombros y poco clara del pasado.

Así el tiempo no espera por nadie, no espera por ti ni menos por mí, las cosas se subsanan y van quedando anestesiadas por el mismo transcurso, no digo que no duela, pero se van “olvidando”. No, no es al caso que viene el olvido, sino que es el problema de que algo quedo sin explicaciones, los argumentos debidos que no se llegaron a pronunciar, entonces, los invento y justifico. Si no ocupasen parte del tiempo que ya no me sobra… no me molestaría demasiado, pero sigue sin ir al caso y la curiosidad mezclada con la represión se hace inaguantable, una tortura.

Tengo unas cuantas preguntas sin responder…

Hasta que sea el bendito día que de una vez por todas se aclare algo tan turbio como tu misma mente, no voy a poder. Me queda la única opción de olvidar e intentar caminar en otra dirección.


Pero quiero que sepas que te quise mucho, pero me hartaste.
...

lunes, 13 de abril de 2009

La felicidad de tú ignorancia


Y creo de nuevo, que estoy perdiendo parte de mi tiempo, que se escurre mi vida en el segundo que me paso pensando en otra cosa. Vana, insustancial, triste y un poco exagerada, que será nunca, sin ser hoy ni mañana, el jamás, no tiene fin y es el augurio a la eternidad de la pesadumbre del mismo pensamiento enfrascado. Lo condenso y admiro desde el otro lado, el mismo lugar donde de alguna forma me entretiene, sin matarme en el proceso.

Todo como la misma maldita obsesión que conozco muy bien, más bien de lo que creo conocerme, me lleva directamente a pensar. Desde el momento que relaciono, leo o tan solo veo algo que me hace recordar. Quiero y no puedo evitar perder, otra vez mí tiempo, ese tiempo que malgasto sin pensar que debería no pensar.

Hay veces que preferiría la más sana ignorancia que destruye menos que la certeza de pensar sucesivamente en la misma cosa. Si tan solo supiera la forma de mantener ocupada la mente en cosas sin sentido pero con más sentido que el mismo pensamiento vacío de posibilidades, ya es algo concreto no se puede dar más vueltas al mismo asunto. Ésta es la única certeza que tengo y quisiera no tener…

La entereza de lo que fue alguna vez una persona se dividió y su mente gobernó a su instinto, entonces pensó, y en el acto mismo de pensarse descubrió la más sólida de las verdades. Fue en ese lugar y momento que deseo ser un feliz ignorante más de este mundo.

El sentido lleva de nuevo al mismo problema, de querer volver el tiempo atrás para no pensar de nuevo en el tema recurrente. Borrar, suprimir para anestesiar las cosas que jamás deberían haber pasado, ser cobarde, huir. Así imitar su ejemplo y no sufrir, aunque poco a poco se desangran las emociones y llora la conciencia por que la omitieron y la mente se vuelve un objeto más.

Entonces podría esbozar una sonrisa y decir, afirmar que no pensé, que no pierdo mi tiempo con cosas inútiles. Ser de nuevo lo que era antes de haber empezado a caer en la pesadilla de lo que era la certeza.

martes, 31 de marzo de 2009

El problema constante de sátiros y masoquistas




A él,



Por que hay gentes como tu en el mundo que no le importa nada ni nadie. El continuo egoísmo plasmado y potenciado en un ser humano, en él. Vulnerable, masoquista, como quieras llamarme, yo te llamo de la siguiente manera: sátiro, cruel. Ambos culpables de ese estado, no existiese dominado si no hay dominante. Yo no seria masoquista si no existiese el sátiro. Es tan recíproco como todo lo cotidiano, esta imbuido en todas las relaciones sociales, y sobre todo en las mas abstractas, las que se fundan el principio del sentimiento.

Sin llegar a ser autónomo, también el sátiro es dependiente de sus propias ambiciones y encauza a través de la manipulación del masoquista sus propios fines. Lo que me sorprende visto desde el punto en que vivo y presencio esta relación en mi vida, es el egoísmo de cada uno, sin negarlo, siempre se busca la felicidad individual, de cada uno de todas formas. Me dirán los críticos que existen personas que son felices ayudando a los demás, pero no lo harían si ello los haría infelices ¿no?

Es tan precario el equilibrio que se rompe constantemente, pero los roles no se invierten, existe el fuerte y el débil. Es algo que lo justifico desde la misma naturaleza y visto que el ser es social por naturaleza también se aplica a las relaciones sociales. Por eso, él el otro, como quieran llamarle, es el producto de numerosas obsesiones (de mi parte, la masoquista) y teorías, por que no nos conocemos.

Serán por siempre tus acciones las huellas de mis póstumos pasos, no puedo dejar detrás tus pisadas y tal vez marcar en algún lado las mías. Es algo más que me ata, más fuerte, la tradición de algo que a través del tiempo aún no se puede superar, la dependencia.

Tal vez también estoy siendo un poco sátira para algunos sin darme cuenta. Pero es algo muy seguro que en al relación tan ignorada me estoy comportando como masoquista. Me hace daño me lastima pero es algo con lo que siento que no puedo vivir, utilícenle el nombre que refieran. Muchas veces me pregunto en un escape a la realidad, ¿Vales la pena?, me puedo responder esa pregunta, tal vez es lo que sigo intentando.

domingo, 29 de marzo de 2009

Te "Olvidaste"


Aparentemente, te “olvidaste” de lo que habías prometido hace un par de días atrás. No, no vales la pena, si me podría convencer de lo contario tal vez no seria tan importante. Entonces como te olvidaste intento hacer exactamente lo mismo pero con vos. El problema es que no se cómo se hace para ser un poquito más como vos y no tanto como yo. Esa forma de olvidar tan al pasar, de no sentir nada más que nada. Existen de esos días en la vida que no quiero ser esto que soy, cambiar, poder adecuarme un poco más a la situación y no darle tanta importancia, la importancia que no merece, la que no tiene. Es decir, esa importancia que le restas día a día a esto.

Si, duele saber que generalmente olvidamos eso que no tenemos en cuenta, lo que está en un segundo plano y lo recuperamos de la memoria ocasionalmente. Pero lo que más me cuesta admitir es que es más doloroso aún no poder olvidar eso que quiero olvidar con todo mi ser, ¿Por qué?, por qué me hace daño, me lastima y no soy mas que esa anotación al margen que está afuera, en el segundo plano y de la que te acuerdas de vez en cuando.

Buscándole explicaciones a algo que puedes responder solo tú, creo que es tu problema ese muy importante de no saber qué quieres en tu vida. Es tal vez producto de tú misma indecisión la que me destroza, de una manera tan indirecta que no te das cuenta.



Entonces algo se pierde, se cae, roza no alcanza, tropiezas con el cordón de tus zapatillas. Te duele la cabeza, el piso estaba muy frío pero te despertó de esa ensoñación que era tu vida anterior, la que nadie conocía. Esa que siempre ignoraste y no te pareció importante por que la nublaba la duda.

Y te olvidas de nuevo de todo cuanto fue, lo que no fue nunca el hecho, pero sí la idealización tan abstracta en la mente, de ese mismo margen.

jueves, 26 de marzo de 2009

De Javu


Caen pesados los párpados y se cierran sus ojos, tan lentamente. Lo veo caer en la acera desplomándose, destrozándose, pretendo ayudarlo pero eso se interpuso y me dejo dormida. De pronto la imagen se oscureció, no lo vi más. Ahora pensaba de nuevo qué pasó, en qué momento cayó, ¿por qué? Una ráfaga de viento anunció la desgracia previa a el despertar, ya no estaba en la acera de esa calle misteriosa, estaba de nuevo donde empezó todo, la puerta. Si, otra vez en el mismo lugar, avance dos pasos, retrocedí tres. Imagine el interior de la habitación, y poco a poco se recreaba la casa que tenia al frente, en mi memoria.

Creo que el coraje me motivo a avanzar o algo más fuerte quizás, no lo puedo saber bien. Tan cerca, uno a uno de mis pasos me recordaba que no debía estar en ese lugar quería llegar… al picaporte. Cuando llegue estire el brazo, para alcanzar, con mi mano derecha esa puerta y ese picaporte, luego tirar hacia abajo. Un débil sonido me indicó que había dejado la puerta, sin llave, de nuevo, empuje y la abrí. Todo estaba igual cuando encendí la luz, el sillón, el cuadro, la mesa, las sillas. ¿Era ese el sitio que tanto temía?, no, no estaba lo que buscaba. Se había perdido en algún lugar y yo estaba en esa casa sin sentido, de sobra, de más. No quería seguir viendo, por eso di media vuelta y salí, sin apagar la luz, y sin cerrar la puerta, era en vano, todo y de nada servia mi sacrificio.

Recorrí la calle mirando las baldosas del piso que cambiaban sus dibujos graciosamente. Ya no conocía otro lugar donde encontrarlo, se había desaparecido. Mis pasos se agilizaron hasta llegar a correr, la lluvia me mojaba más y más. Cerré los ojos y naturalmente me tropecé, cayendo al frío piso. Cuando abrí los ojos de nuevo no vi la realidad y lo vi de nuevo, corría mojándose en la lluvia, y una luz cegadora me envolvió. Me dolía me aturdía, no me dejaba dormir en paz, miré de nuevo, vi, caer pesados sus parpados y cerrarse sus ojos, tan lentamente. Pretendí ayudarlo pero esto me dejo dormida.

Me desperté, en el sillón de la casa, la puerta estaba abierta y seguía faltando algo. La ráfaga de viento anuncio la tragedia, el destino nos enfrento y venció. Fue mi premonición en ese momento.

sábado, 21 de marzo de 2009

Mi viña en otoño


El otoño y su pincel tiñeron de rojo las hojas, de mi viña. Esa viña que reconozco por que es única, como tú. Todo nace, y luego muere, ahora, se caen por el suelo, esas hojitas, verdes que había conocido hace algún tiempo atrás, cumplieron su función. Se desprenden de lo que necesitan para vivir sólo para que la viña continúe con su curso y crezca, luego, más fuerte.

Las hojas sueltan un suave crujido bajo mis pies, detrás de ellas estás tú mirando fijamente el cielo. Una hoja más cae, marcando el transcurso de los momentos, o el objetivo de su existencia, sigues sin hablar. Para no interrumpir tu silencio, me callo y sigo observando los detalles en las hojas, algunas amarillas, otras variando entre los marrones y verdes. Me llama la atención una, en especial, del mismo color de tus ojos, esos que ocultas a diario. ¿Tendrán su otoño como las hojas?, una más cae y, sin ruido que se escuche, la atrapo en mi mano. Seca, ya sin vida, cierro mis dedos uno a uno aplastando cada parte de la hojita, que soltó débiles crujidos.

El silencio es combinación del otoño de la viña, esperando preparando el crudo invierno bajo sus raíces. Ese silencio que aguarda al invierno en mis venas. Mi viña, tan especial, de colores y momentos atraviesa el cambio con la mayor de las fuerzas. Me demuestra y enseña que el otoño es parte de la vida, la constante etapa de renovación, donde se descubren los defectos propios. Me agrada la viña en primavera pero los mejores vinos para mí son los de otoño.

Todas estas ideas eran un segundo o tal vez dos de ese momento, pero las pensé y parecieron detenerse. Entonces la estación del año que menos me gustaba, pasó en una caída de hojas, a ser mi favorita por su misterio e inicio de nuevas posibilidades.

Las hojas crujían con tus pisadas, escuchaba, que estabas más próximo a mí. Mi mano dejó escapar la hojita, que ahora era polvo, fragmentos desparramados en el piso.

martes, 17 de marzo de 2009

Él Utópico


Utopías… al estilo victoriano de romances más ficticios que reales, rosados y pomposos. Con flores sin espinas, novelas sin imaginación. No, se equivocan con cada ideal, los ideales son por definiciones inexistentes, la perfección no se logra con el tiempo por que estás establecido así, desde la creación del mundo mismo. El mundo es un mundo imperfecto con errores y con rosas, que tienen espinas por que son reales.

Es una utopia muy común decir:”Vivieron felices para siempre”. No se vive para siempre y la felicidad es sustancial, un estado de euforia que pasa a ser de un momento a otro, un sentimiento diferente. Creo, que a lo que las personas las entristece es imaginar una felicidad próxima, y es tanto el anhelo que cuando no pueden conseguir ese fin, por decirlo de esa manera, se sienten frustrados. Cualquier tipo de felicidad es un estado temporal, no dura más que lo que tiene que durar.

Vivir en el estado de creer que la vida es una hermosa rosa, no es más que ignorar las espinas que son parte de la rosa se quiera o no. Pienso que para poder llegar a un equilibrio hay que aprender a aceptar los hechos como son y sin buscar lo que podrían haber sido, o lo que tal vez hace un tiempo eran.

Cuando pienso y me encamino a la homeostasis, se interpone la idea de la utopia y desestabiliza mi equilibrio tan precario. Entonces miro la rosa marchita que alguna vez estuvo viva y vuelvo a sonreír por que lo recuerdo, en algún momento encontré mi vida en los errores propios de la naturaleza. Me equivoqué y el romance no era pomposo, ficticio, era real y sigue siendo con sus errores y defectos, sin más utopías.

“Quiero vivir el tiempo que sea, ni un minuto más y sin obligarte a vivirlo conmigo”, lo que dure, hasta que se marchite, por que así tenía que ser. Por ahora me alegro el haberte conocido por que ese tiempo fue… Ameno.

domingo, 15 de marzo de 2009

Las 12 y 1 minuto


Y regresa, arrepentido pero despues, se hizo tarde, el reloj marcó las 12 pasado 1 minuto. Ella, se fue, no iba a seguir esperando segundos más para que él decida disculparse.


Pasan de una en una las oportunidades en la vida, el problema es que el tiempo que demoramos en decidirnos es cuando ya es tarde. Ahora siempre fue mañana para algunos, y ese tiempo es prácticamente inexistente por que es un futuro poco comprobable.


Por eso, ya no valen más que las acciones del presente que es lo unico que importa. Sin embargo sigo esperando que algún día, mañana sea hoy para vos. Hasta entonces te digo: "Buenas noches"


Ella, era ella, la del orgullo que pierde oportunidades por impaciencia. Yo sigo esperando a las 11 y 59...

jueves, 12 de marzo de 2009

Ni tú, ni yo, Nosotros


“No existe un TU ni un YO sino un NOSOTROS” (Buber, Martín)


Esperaba, sentada en el edredón mirando el cielo azul por la ventana. Era un día común de invierno, de esos que hace frío y no hay nada ocurrente para hacer más que rememorar el pasado. Habían pasado varios años desde la partida, su partida. El destino lo había llevado lejos donde nadie sabía dónde. Recordaba sus ojos con la claridad que miraba el cielo, tan iguales, que parecía que la estaba viendo. El invierno también le recordaba algo a esa persona, su frialdad. Cómo había vivido una vida proyectada en la otra persona. Sus aspiraciones eran las mismas que las de él y todo éxito era su éxito y cada fracaso su caída. Creía que era lo más feliz que se podía ser puesto que no conocía el significado de esa palabra. Era más bien dependencia, la inconsciencia de su vida era vivir en pos de la vida de la otra persona.

Cuando en su ausencia ella abandonó sus objetivos tendida a la nada, se quedó sin motivaciones y la mayor parte del día se pasaba en ese edredón. Mirando el cielo, las nubes, los árboles por la ventana. Pero no observaba las personas, sólo miraba a las cosas. No había espacio en su estrecha mente para distraerse de otros, según pensaba ella vivía una libertad absoluta y no dependía de nada ni de nadie. Creía superación y autosuficiencia, pensaba que gozaba infinitamente de su estado apacible. Así que tanto que decidió dejarse creyendo que era lo mejor para ella. Invierno tras invierno esperaba los días fríos para recordar el azul de ese cielo que esperaba ver. Pero el cielo no le daba instrucciones, no proporcionaba realidad, ni la hacía sentirse más contenta. Era el recuerdo mismo al que se había encadenado sola.

Será así hasta que se de cuenta del error que cometía, no existía tú, ella no pensaba en otra persona, las había olvidado. Tampoco su vida era suya, aunque era la misma de siempre que había apartado su egoísmo para plasmarlo de una forma menos notable, en él. Cosas, vacío, el edredón, el cielo y sus ojos nublados que esquivaban toda mirada. Nos volvemos dependientes del otro, en algún punto estamos ligados a apartar la soledad con la compañía, y ahí es cuando nos volvemos dependientes, ya no somos tú, no yo.

Para ella no existía nada más que su “nosotros”.

lunes, 9 de marzo de 2009

¿Te conozco?



Conozco el camino del desesperado, el canto del augurio, las caricias de la pena. Existen cuentos y leyendas, mitos y novelas. Como la vida se agota en cada paso que da el hombre por el camino, va alzando los pies, mirando el paisaje cambiante, va solo por el sendero serpenteante de la memoria. Insinúa que conoce el lugar. El único desconocido es él mismo. Los árboles lo miran y agitan sus hojas tras su caminar acelerado. ¿Dónde llegas tarde caminante?, pienso observando que clava la mirada en el horizonte. Cada curva lo motiva con el fin de hallar la última visión que culmine con la tortura de caminar deprisa por los canales inundados del sendero que se ensancha en un mar. A brazadas lo nada él, el incomprendido, desconozco a este pobre infeliz que se asegura de conocer tan bien el mundo como para apostar su vida al destino que tiene la carta, el mazo y el juego en la punta del dedo menique.

Acabarás te lo aseguro por encontrare fin a la búsqueda cuando acabes contigo mismo, cuando la curiosidad te consuma, las piernas no te respondan, las manos se te arruguen y no puedas dar un paso más. El camino seguirá intacto como si él no hubiese pasado por su misteriosa tierra. Seguirán habiendo preguntas, sin respuestas algunas, habrán poetas y ignorantes. El hombre seguirá siendo hombre, lo finito de su existencia inmodificable y traicionera. Debilitando los lazos que puedan tener entre ellos, los hombres, el mayor invento, el inventor inventado. Pobre caminante desesperado, dulce augurio de vida robada, recuerdos de dolor y traiciones. Todo es Vida con su nombre, Momentos.

¿Qué conozco de él?, ¿quién motiva mis acciones? Moviendo los hilos tejiendo incoherencias con la aguja afilada. Miro sin comprender el paso ni el caminante. Es otro, más desconocido. Pero vi algo que me recordó en él, la longitud de los pasos, la determinación, la finalidad. El caminante desesperado y sediento de aquella historia vieja en el baúl de la inconsciencia, era desconocido. ¿Te conozco, desconocido? Le pregunté, y él mirando su camino acelerando sus pasos me contestó con una pregunta ¿Te conoces a ti mismo? Agaché la cabeza y me resigne a la búsqueda, la misma que el desconocido, conocerse a sí mismo.

Antes de comprender quién era escribí las últimas líneas, éstas últimas, yo era la historia de lo que había sido la búsqueda. Lo garabatee en la tierra del camino donde me quedé por un tiempo indeterminado.

viernes, 6 de marzo de 2009

Extraño, te extraño

Para él, que se sabe a estas alturas o por lo menos...lo sospecha



No te llegue a conocer muy bien. Fuiste de esas personas que aparecen y luego se esfuman sin anticipación. Puedo describirte extraño, tus ojos eran una mezcla entre verde y ocre, tu cabello, de color negro. Fuera de tu aspecto físico fuiste mi extraño. ¿Por qué se me escapa el pronombre posesivo a algo tan contrastante como es la misma palabra “extraño”?

Es extraño, ajeno a mí, pero cuando pienso en que tal vez conocía al extraño, se doblega, el “mi”, bajo la voluntad endeble. Quizás por que formaste parte de mí historia, algo marcaste en algún punto, que hizo que resaltaras de los demás extraños sin pronombre de posesión.

Ahora que pasaste corriendo por mi vida, y tuve la fugacidad de poder verte, siento, la ausencia. Estaba, estoy, y estaré condenada a la ausencia. Sin embargo antes de que llegaras a ser mi extraño, eras simplemente “extraño”, por que no te había conocido empíricamente. Podía vivir con el extraño sin conocerlo, pero, ¿Cómo vivir sin mi extraño?

Si supiese el por qué desapareció sin dejar rastro, o pudiese ver que existió, olvidaría. Verlo una vez más, conocerlo de verdad, para que deje de ser el fugaz recuerdo de mi extraño.

Si pudiera saber la razón de éste sentimiento de añoranza a lo desconocido, sería feliz. Pero tengo que decirte algo, tan contradictorio como los sentimientos puros:

Extraño mío, te extraño.

miércoles, 4 de marzo de 2009

El visitante


Cualquiera que fuese tu nombre, estás, y te siento. Miro abriendo los ojos lo más que puedo, no te veo en la mañana nublada. Hay una presencia extraña, y no me siento sola. Aparentemente en la habitación circular no hay nadie del mundo sensible. Yo, amontonada en la blancura de las sábanas, miro sin ver, a ese ser tan especial. Escucho su susurro en la naciente bruma matutina que envuelve el recuerdo de la existencia gris.

Entre sus palabras inteligibles descubro una nota familiar. Alguna vez, antes, no recuerdo bien cuándo, había escuchado esa voz. Era melodiosa, empalagosa y muy embriagadora. Temí por mi cordura, pero seguí las deducciones para saber dónde me llevaría la duda. Si ya lo había escuchado antes, debía recordarlo. Tenía que acordarme de lo que producía las palabras.

Su artífice se esfumó, y los sonidos fueron cesando, hasta dejar de escucharse. Era peor el silencio, que se llevó la bruma de la mañana, dejando el débil rayo de sol naciente. Lloré como no lloraba hace mucho, sin razón aparente. Se había ido, y no sabía quién era mi extraño visitante. Se que no era igual a mí, por que su idioma era incomprensible, pero su tono, conocido a la vez.

Miré con escepticismo las sábanas blancas revueltas, y algo suave rozó mi tobillo izquierdo. Una frágil y etérea pluma blanca se deslizó, proveniente de mi almohada, pensé. Dejé que se escurra entre mis dedos, y voló por la ventana abierta, desapareciendo en contacto con el rayo de sol.

Mañana, tal vez, tendré más suerte.

lunes, 2 de marzo de 2009

El reflejo blanco


Si, estaba cansada…exhausta, por eso te aparte de mi vida. Te miré y vi que me mentías pero parecías ser tan sincero. Brillabas con el sol como solo brillan los reflejos, más allá de lo que mostrabas en tu superficialidad no había nada. Hice intencionalmente que me dieras la espalda y detrás eras mentiroso, estabas sucio y olvidado, me diste un poco de pena debo admitir. Todos tenemos una parte detrás, a veces un poco descuidada. Pero no había visto algo tan contrastante como tus dos lados en toda mi vida. Uno me decía la aparente verdad cuestionable que tanto esquivaba, el otro simplemente era lo que eras, en el fondo vidrio, nada. Tan frágil, lleno de cosas en vano que no eras más que adornitos. Para qué no te preguntaste nunca, tanta pompa para ser lo que eras simplemente.

Pinté de blanco tu reflejo, y mi memoria descolgó el espejo que te recordaba. Pero me mentía a diario cuando me reflejaba todas las mañanas, invertida. Era como tú, y me venció la idea de descolgarlo de la pared, era vidrio solo frágil y detrás madera pintada con adornos. Tan igual, que se encarnaba en tu recuerdo que sonreía detrás del espejo como mostrándome lo que eras en realidad.

Y así le dí la espalda al espejo, que probablemente reflejaba mi imagen invertida alejándose de tu vida. No lo sabré por que los espejos, no revelan más que superficialidades, pero detrás capaz que son un poco más sinceros que de frente.

viernes, 27 de febrero de 2009

Número 8

El orden tan metódico de los números





Irresistibles como inexistentes







Dependen de las cosas para ser, prácticos







Mueren donde muere su originalidad







Uno más ya esta de más y lo transforma







Número ocho que sos nada escrito con palabras





Número 8 que sos expresando en tu ser







Invertido al revés mi infinito que te contiene,







Mis manos te escriben una y otra vez...







Te vivencio, y de todos los números de conjuntos infinitos









Que tan únicos son







El más ambiguo es











888888888888888888888888888888888888888888888888888







lunes, 23 de febrero de 2009

Las palabras que me atan a la existencia



Gastando lugar con palabras, observando atentamente cada letra, única sin significado si no viene acompañada de otra. Moldeando la respuesta adecuada a la pregunta cuestionada. Mientras el sol se oculta y renace el extraño dolor de la ausencia, una única ausencia, tú ausencia. Hace tal vez semanas que no recuerdo tú rostro, tanto que dudo de haberlo visto alguna vez. Pero esto que persiste en cada palabra, lo que me insinúa que cada ensayo, cada composición, que te mantenga presente en mi escrito. Empiezo con una letra, cualquiera, pero lo impresionante es que me guía como un laberinto con una sola salida, a tu nombre.

Persiste en la punta de los dedos que teclean contrariados lo que deseo y no puedo obtener, por que no está. Se fue dejando una ligera despedida al viento, una promesa efímera que podría no significar nada en especial para él. Sin embargo sus palabras resuenan, resaltan en las muchas letras en mi cabeza y cobran vida propia. A veces se me escapan de la inconsciencia y como ahora, me permiten que “hable” de ellas como si fuesen verdad.

Lo que me ata a lo mismo que me mantiene viva me estrangula con una soga en el cuello. Necesito de ella tanto como estoy muriendo en las palabras contenidas. El lenguaje me permite expresar pero te permite a ti hacer promesas que tal vez no cumplas y me destruyan como me atan a tú recuerdo. Imprescindible como el respirar, te alojaste en el inconsciente y invadiste hasta a mis sueños. Si, mi vida, no es tan privada, ahora no dispongo de ella a mi voluntad, persisto en hallar palabras adecuadas que no expresan ni la mitad de verdad que la sinceridad que escribo. Verás, esta es tú voluntad, la mía muriendo, y un conjunto de palabras que cobran sentido que aún no se han dicho, o que aún no te atreves a pronunciar.

Tras las letras sucumbo, me quemo como un papel achicharrado en las llamas de una hoguera. Pero sigo, impresionándome hasta a mi misma, sigo viva ardiendo en las llamas de la confusión mirando de cerca las frases y comentarios, revisando las insinuaciones que me lleven a la esperanza, y tras ella a la espera que parece interminable.

Dos palabras dichas en el momento justo con significado aparente se escurren en los labios de aquella persona que me ata a lo peor y lo mejor, a la existencia.

jueves, 19 de febrero de 2009

La loca incertidumbre del amor


“Hay días en que la incertidumbre me vuelve a matar”, escribió ella sentada en el amplio sofá de su casa, “no es que no me guste la incertidumbre, la encuentro un poco alentadora en algunas situaciones, pero en esta, me gustaría prescindir de todo y que sea mi futuro un libro abierto que pueda leer a mi antojo”. Ella era una persona bastante obstinada, y en diversas ocasiones se vio perjudicada por sus caprichos sin beneficio aparente. Ahora estaba en esos momentos típicos de una mujer enamorada y se resistía a que él, no la quisiese.


“Leer, en el libro de mi vida tu nombre, un sólo nombre que me vuelve loca” prosiguió mirando luego el abrigo colgado en el perchero de la entrada. Estaba oscureciendo y pronto se quedaría sin luz, los árboles dibujaban suaves siluetas en la pared blanca. “Cuando te conocí sentí algo que no había sentido en mi vida, me imaginé una vida juntos, tan brillante y casi real que me dedique a perseguirla sin tener en cuenta algo muy importante, que tal vez, quizás, tú no sentías lo mismo”. Pobre chica necia y enamorada como todos los humanos, se adelantó y las consecuencias la condujeron por el camino de la locura.


“Eras tan hermoso, tan misterioso que no pude contener o no pude permitir que mis sentimientos se cobijen en la seguridad de mi interior, por eso fue que tuve que expresarlo, mi ilusión debía cumplirse a como de lugar. Me bastaba el ver la expresión de tu rostro ante el altar cuando me aceptaste como tu esposa y vivíamos la vida tan felices juntos, que supe que era lo mejor para ti, y también para mí. Pero quiero que entiendas que si no hubiera sabido que ibas a ser feliz conmigo no habría actuado. Yo no soy egoísta y por eso solo busco tu felicidad sin que la mía me importe mucho”. La criatura despreciable se aferraba a la hoja como a un recuerdo que no podía dejar ir. Las lágrimas derramadas fueron esparciendo la tinta mientras continuaba escribiendo con menos luz que antes. “Ahora me dices que te he arruinado la vida cuando la uní con la mía, pero pretendo que entiendas que es lo mejor, cuando se te valla la ira verás que me amas y que no puedes vivir sin mí’’


La última luz roja del rayo de sol atravesó la ventana y le ilumino el rostro afligido a la escritora desesperada. Se levantó de un salto y corriendo hacia el otro lado de la habitación, encontró lo que buscaba, el interruptor de la luz del cuartito de al lado del sofá. Con dedos temblorosos lo accionó, y continúo escribiendo en la pared. “Yo mi amor estoy destinada a la muerte, estoy muy enferma, muero cada día y sé que no serás feliz en mi ausencia. ¿Es acaso un pecado querer tu felicidad a mi lado?, no lo creo, no debía ser tan egoísta de dejarte vivir si sabia que no ibas a ser feliz en esta vida terrenal. Ibas a sufrir mucho por que yo me iba a morir. Por eso mi amor te maté, por tu bien, para no ser egoísta.”. La loca se retorcía de la risa mirando el cadáver ensangrentado del hombre en el suelo de la habitación, él no era su marido, el no se había casado con ella, él estaba enamorado de una muchacha que ahora estaría infeliz por su muerte. Él era inocente, una victima del más retorcido amor de la loca.


Entonces la loca se puso el abrigo del hombre inhaló profundamente y escribió dos palabras más con la sangre del hombre: “Te amo”. Acto seguido se suicido tomando un exceso de medicación para la enfermedad por la cual decía que se moría, la incertidumbre del amor.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Siendo lo que no

Se va, al fin pasa



Desaparece



La nada



El todo



¿qué queda de nosotros cuando no somos?




Otra vez



Se escapa



El bullicio torpe



De las mentiras que proliferan



De tu boca como flores en primavera

jueves, 12 de febrero de 2009

Enfermizo

Cómo me dirijo a usted, si es en abstracto, tan fantástico como la misma idea que tengo en mi pensamiento de una silueta. Unos brazos, un rostro, difuso, no lo sé pero es complicado recordar un rostro a la perfección, salvo si lo volveré a ver, en el fondo, sabré que lo conozco. El hombre es un inmenso continuará, cambia como solo lo hacen los que están vivos, sin embargo quién es capaz de atestiguar en este juicio cabal de la existencia de si mismo. El doble de una silueta mirando a través de espejo, un, metal plano, finito, poco convincente. Usted, nadie fuera de usted, me permito decirle con poco razonamiento y una idea en le mente, de que no es más que un invento como todo el mundo.

No existe, me convencí por un rato, las ansias de derramar una gota salada para sentirme sola, naturalmente débil, humana, como todos, como el “usted” que se proyecta en el vacío de una reflejo, una cara difusa, no lo recuerdo bien, el dolor de querer ver lo que veo me ata a lo egoísta.

El cinismo ceñido a la arrogancia de pretender ser un alguien que no es alguien sino nada. Quisiera querer poder y creer existir como existen los recuerdos, volver al pasado y extraer conclusiones de la vida. El retorno me satisfacerla para recordarle, a usted que alguna vez fue en la vida de alguien, algo más que una palabra, una acción, una estrategia para desearlo… si, es un orgullo saber de sus prejuicios, lo terminaría ahogando, tirandolo de un acantilado, si con eso, podría comprobar que existe, a través de su frágil muerte, o mi mente buscaría otra excusa para salvarse de haberlo asesinado y inventaría que usted nunca existió, por que no puedo recordar su rostro con claridad.

Los escucho… los veo, los siento pero ellos viven, qué más podría ser entonces, el usted si intentan convencerme que no existen esos recuerdos, que nunca hubo reflejo en el espejo, que es una enferma proyectando sus ilusiones en un lugar blanco inmaculado, sola como viene al mundo.

Entonces, mi vida usted no existió jamás.

Algo de mi también tienen, algunas veces inventan gente que en realidad no está más que en sus recuerdos, cómo quieren que crea lo que me dicen si son iguales, al menos en menor grado pero iguales al fin, sufren tanto como yo por el “usted” destruido. Los acuso de ser insensibles ante mi situación, comprendan, que no es un capricho sino una necesidad de existencia, para probar que de alguna manera existo yo si existe está gente en mi mente…

Todo, susurró tirada en el piso la esquizofrenia de mis recuerdos, se aplastaba contra el suelo mojado según ella, del manicomio. Estiraba sus brazos como si quisiera alcanzar algo invisible a mis ojos, con la mirada perdida en el pasado, y las ilusiones que vivirían con ella, producto de la enfermedad de su vida que la ataba a una existencia ficticia, que era en sus ojos tan real como la mía, o la de usted.

martes, 3 de febrero de 2009

La tumba sin nombre



De mi más considerado pésame.
Lamento mucho la perdida de éste hombre, que durante toda su vida fue, como podríamos decirle, un ente, una nada, un chicle en el zapato de los que se cruzaban por su camino. Puede que le encuentren algo morboso y que me este burlando de la pérdida de esta persona, pero la sinceridad es como es, y éste era como era. Como otra persona distinta, podría juzgarlo desde un punto de vista abstracto, como sólo pueden ser de los que estiman. Él iba siempre apurado, caminaba con pasos cortos y rápidos, mirando su celular de vez en cuando para chequear sus llamadas y comprobar horarios de reuniones. Vivía, como lo observaba, para su trabajo, no me podría haber imaginado el hombre sin el portafolio.

Tal vez habría sido un buen padre de familia, pero este hombre era soltero sin hijos, y para mayor soledad, también, hijo único. Su dinero fue enterrado en la misma tumba que el, bajo una inscripción de oro que rezaba “Aquí yace el capitalismo, enterrado está, su hombre”. Qué profundo era el significado, o lo que quería transmitir, tal vez por eso la lápida desapareció, era demasiada verdad, o quizás haya sido por que era de oro.

Lamento como solo puede lamentarlo alguien que sabía que este hombre era un títere, no fue su elección, solo se lo impusieron, y el debido a su escasez de inteligencia práctica acepto cavar esa tumba. Tarde, para que él se de cuenta, termino consumido en su propia ambición. Lo que podría haber quedado de él como un recuerdo en la memoria de sus seres queridos, se borra. Queda, en mi memoria, la memoria del oprimido por las acciones en vida, el que debía callar o le cortaban la lengua.

Ahora, que no hay más para pelear, la lucha ha consumido tantas gentes, como el que se encuentra enterrado en la tumba sin lápida. El hombre, que vivía pensando en el futuro y vivía para vivir mañana, murió sin darse cuenta que acumular bienes raíces y dinero no lo llevaría a ninguna parte.

domingo, 1 de febrero de 2009

La realidad y la burbuja rosada.


Tuve, a mi pesar mas doliente y hermoso, la más mágica de las ilusiones volcadas tan de cerca, que parecía sincera verdad. Me dolió bastante cuando la burbuja, rosa y grande de pintura explotó, con un ligero pum me despertó. El sueño había sido tan confuso, tan agradable, que simulaba haber sido soñado por otra persona, no por mi propia mente. Que desesperación, una vez más despertarse y agarrarse a la realidad, como único consuelo en el mundo ficticio.



Me reprimió la culpa insensata de creer en todo lo que pienso, en el sueño rosa de la burbuja. Capaz que hay otras burbujas menos rosas y mas tornasoladas que son las originales, que son las que no me atrevo a ver todavía. "Vamos" me dice la realidad, la de la cara más sincera de mundo, "Tenés que aceptarme ".



Era en el momento que comenzaba a creer cuando se deslizó la duda y me apabullo con sus palabras dolientes extraídas de mi propia inseguridad. Era como ver realmente a través del espejo de los defectos, no era mágico, era tan inestable como la realidad misma, entonces, debía de ser verdad, no para los otros, mas tanto sí para mí. Incomprobable en la existencia del mundo "de afuera", pero en un segundo que se deshizo la burbuja rosa, aparecieron otras, sin embargo la primera era tan real como el resto, por que estaba, no, en la otredad que me miraba con ojos prejuiciosos, sino en la alborotada corriente de recuerdos.



Así sin más ni menos sonreí finalmente viendo las cosas como las quería ver, dejando por un tiempo de lado las expectativas, de si eran o no producto de mi imaginación. ¿Qué otra cosa puedo hacer? me pregunte y le di el punto suspensivo a la idea volcada en la acción que pronto se concretará.

viernes, 30 de enero de 2009

Juego de "azar".


"Azar", eligo todo al simple "azar", otra manera de llamarla a la suerte. Un indeterminado futuro que se funde en el presente continuo, sin ser lo que es nunca tiene su propia oportunidad...

Tiene tan poco sentido que debería ser suprimida del vocabulario, en todos sus idiomas ¿Qué es el azar?, una simple idea de culpar al destino de la decisión errónea, una palabra como cualquiera, vacía, obsoleta. Deliberado, es lo contrario a azar, como se confunde la gente tan fácil, como me aturden los pasos sigilosos de la suerte de mi existencia.

Cartas, más cartas en la mesa, todas boca abajo, mirando el tablero, alineadas, con un color, en preferencia rojo. Vislumbra una sola, la que tiene que ser elegida, por que así es, no hay cuestión, no hay "azar", eligo, por que es la que tiene que ser. Tiembla la mano en el siguiente movimiento, como si algo podría cambiar la decisión, la palabra que flaquea en el inconsciente de la persona que eliga. Me mira, tiemblo un poco, y lentamente retiro la mano de la carta, alejada del "azar", de la suerte, me maneja, no decidí entonces. El decidió por mí, y no me pude negar, qué era yo, para luchar contra algo más fuerte y impredecible como el tiempo. No no era nada, una mortal marioneta de su misterio sublime y contradictorio.

"Azar" o tal vez decisión, tiempo espacio. Un concreto movimiento reversible limita a la palabra tan citada la sustrae y se escapa como el pensamiento "lo que me atrae se me sustrae". Basta la mención de el nombre que me ata para frenar mis acciones mal encauzadas, y guiarlo todo a un camino con muchos desvíos que no me permiten mirar mi futuro, que como la prevista palabra no existe, no tal cual lo planeo.



Azar o como te llames existe y guia mis aciones por lo impredecible como él.

sábado, 24 de enero de 2009

Delicado, desorden

Creo que me voy a dejar llevar... por lo que en realidad va a pasar, sin dejarme de inventar más cosas

¿Para qué necesito mas versos? es injusto solo en al medida que creo que es de esa forma. Lo que me impide seguir viendo para adelante, eso que cuando dejo de ver se transforma en el más voluble de los recuerdos en pastados en el inconsciente fuera de lo que se escapa.

Debería ahorrar tiempo en palabras que evado con tanta frecuencia como lo que respiro, ahorrar excusas y dejar todo como está, sin más ni menos.

Es extrañamente familiar como brotan las mentiras como agua de la canilla, capaz que son tan corrientes como el hacho de vivir, o son más creíbles que toda la existencia del pensamiento. Hablar de mentiras creíbles... un divague para las más inhóspitas mentes aturdidas por el bombardeo de aparentes "verdades" condimentadas con un sabor placentero de que está todo en orden.

No, no me convencen ni me engatusan, viles, ordinarios, tanto como la cruda realidad sin sabor sin dicha, sin una sola palabra que brote del agua del mismo ser, sin la más retorcida mentira de creer que podemos afirmar algo.

No señores, ustedes a mí por lo menos no me engaño, yo me engaño por voluntad propia... Y que les quede claro (como el agua podría comparar)

domingo, 11 de enero de 2009

Memoria de un hombre aprisionado




Miro el ocaso, a través de la ventana, en el rojo del sol, escondiéndose, detrás del horizonte, estaban los días de mí pasando. Los barrotes no me dejan seguir viendo, la poca luz de mi celda se extingue, como las ganas de escribir. Me quedan pocos días para salir, y me invade un poco la curiosidad. Estuve años, o tal vez siglos encerrado. La noción de los días se pierde, pero sigo recordando el sol, cómo la luz roja se extingue, siempre, en la misma dirección, y me deja solo, tirado en una manta que provisoriamente esta tendida en el suelo. Hay cartuchos gastados por el suelo, de lapiceras que cumplieron su función y se acabaron, como pronto lo hará este tormento del encierro que se debe sufrir cuando se vive tras las rejas.

Los horarios son estrictos, las comidas rigurosas la vida, un día de atardecer y trabajo, siempre iguales y monótonos. Un timbre indica la llegada de una visita, era mi esposa. Todos los martes me traía una torta de chocolate con cobertura de merengue seco, ella sabia que odiaba el merengue seco. Pero a pesar de todo yo, valoraba el gesto, aunque había días que tenía ganas de tirarle la torta por la cabeza e insultar a viva voz a todo el mundo que se cruzara conmigo. Mi conducta era óptima, en mis años aledaños solía ser un feliz hombre con buena paciencia y excelentes modales. Me había cansado, tal vez por aburrimiento y decidí ser un poco más sincero y decir lo que sentía y pensaba de la gente. Por ello tal vez termine encerrado, el mundo no me comprendía y ya no me quería creer. Dicen que la gente peligrosa es más peligrosa por su creencia que por su fuerza física. Yo era menudo y no le hacia daño ni a una mosca, pero las palabras con las que me manejaba eran más filosas que una navaja.

Los horarios sobre todo, eran lo que más me traumaba, la gente de afuera también presa de sus obligaciones y horarios, maldito reloj que marca la hora me decía a menudo. Lo que me quedaba y me llevaba era la sensación de algo haber perdido en el transcurso de ese trecho de vida desperdiciado, cuando era la costumbre escribir solo por escribir, sin nada que decir más que la sociedad es injusta. La justicia es injusta en este lugar, saben a lo que me refiero, no es fácil ser abogado y vivir encerrado en un estudio donde la cárcel es la peor ideología de defender lo indefendible y buscarle las razones a lo no razonable. Por eso he decidido firmemente que ha legado la hora. La hora que no marca mi reloj sino que la marco yo. Es por aburrimiento, pero ya he visto muchas puestas de sol, y no quiero ver más. Los barrotes de mi ventana que puse por seguridad, la manta que tirada en el suelo de mi oficina yace reprochándome haberme quedado dormido, una vez, más sobre el trabajo acumulado en mi escritorio.

La torta de chocolate que mi esposa había traído, esta vez por motivo de mi cumpleaños con una nota en el merengue seco: “hipócrita”. Era martes por la noche, el día que le daba paso a la mañana del miércoles, el día pactado, para tomar la decisión de salir de mi escritorio y aventurarme a la nueva vida que iba a tener de ahora en adelante, de igual manera no tenía nada que perder, era esta prisión o la otra, debía elegir. Por eso decidí y espero que sea lo mejor para el mundo y mis colegas, agarrar un cartucho escondido en el fondo de mi cajón y… escribir con una nueva lapicera las injusticias del mundo de la política, aunque gracias a ellas termine en la cárcel.


viernes, 2 de enero de 2009

Yo o la "otra"

Es una ocurrencia, que no solo a mí se me ocurrió. Varios escritores de tallas más elevadas que yo lo plasmaron es sus obras, grandes obras, debo admitir. Es necesario que cite a uno, muy conocido, es a Borges, cuando escribió ‘’el hacedor’’, dudaba de estar escribiendo esas hojas él, era el otro, no creía que estaba manejando su propia vida ni su creación literaria. Pienso tal ves erróneamente que me siento de una manera similar. Yo, la extraña que convive conmigo. Soy o tal vez no soy, escribo para escaparme de las presiones que me da la otra, esa que es diferente pero es igual a mí. Siendo como Jekyll y Hyde, uno sólo que en realidad es diferente, pero al fin comparten lo mismo. Supongo que somos ríos diferentes que concluyen en el mismo mar de personalidades.

Es algo muy cotidiano, pero que me cuestiono bastante seguido, seré yo realmente, me ayuda saber que no soy solo yo, para tal vez, no estar sola en lo que hago y dejo de hacer. Que exista otra persona, para a ella otorgarle la responsabilidad, de lo que en realidad censuramos pero a veces se nos escapa del inconciente.