jueves, 12 de febrero de 2009

Enfermizo

Cómo me dirijo a usted, si es en abstracto, tan fantástico como la misma idea que tengo en mi pensamiento de una silueta. Unos brazos, un rostro, difuso, no lo sé pero es complicado recordar un rostro a la perfección, salvo si lo volveré a ver, en el fondo, sabré que lo conozco. El hombre es un inmenso continuará, cambia como solo lo hacen los que están vivos, sin embargo quién es capaz de atestiguar en este juicio cabal de la existencia de si mismo. El doble de una silueta mirando a través de espejo, un, metal plano, finito, poco convincente. Usted, nadie fuera de usted, me permito decirle con poco razonamiento y una idea en le mente, de que no es más que un invento como todo el mundo.

No existe, me convencí por un rato, las ansias de derramar una gota salada para sentirme sola, naturalmente débil, humana, como todos, como el “usted” que se proyecta en el vacío de una reflejo, una cara difusa, no lo recuerdo bien, el dolor de querer ver lo que veo me ata a lo egoísta.

El cinismo ceñido a la arrogancia de pretender ser un alguien que no es alguien sino nada. Quisiera querer poder y creer existir como existen los recuerdos, volver al pasado y extraer conclusiones de la vida. El retorno me satisfacerla para recordarle, a usted que alguna vez fue en la vida de alguien, algo más que una palabra, una acción, una estrategia para desearlo… si, es un orgullo saber de sus prejuicios, lo terminaría ahogando, tirandolo de un acantilado, si con eso, podría comprobar que existe, a través de su frágil muerte, o mi mente buscaría otra excusa para salvarse de haberlo asesinado y inventaría que usted nunca existió, por que no puedo recordar su rostro con claridad.

Los escucho… los veo, los siento pero ellos viven, qué más podría ser entonces, el usted si intentan convencerme que no existen esos recuerdos, que nunca hubo reflejo en el espejo, que es una enferma proyectando sus ilusiones en un lugar blanco inmaculado, sola como viene al mundo.

Entonces, mi vida usted no existió jamás.

Algo de mi también tienen, algunas veces inventan gente que en realidad no está más que en sus recuerdos, cómo quieren que crea lo que me dicen si son iguales, al menos en menor grado pero iguales al fin, sufren tanto como yo por el “usted” destruido. Los acuso de ser insensibles ante mi situación, comprendan, que no es un capricho sino una necesidad de existencia, para probar que de alguna manera existo yo si existe está gente en mi mente…

Todo, susurró tirada en el piso la esquizofrenia de mis recuerdos, se aplastaba contra el suelo mojado según ella, del manicomio. Estiraba sus brazos como si quisiera alcanzar algo invisible a mis ojos, con la mirada perdida en el pasado, y las ilusiones que vivirían con ella, producto de la enfermedad de su vida que la ataba a una existencia ficticia, que era en sus ojos tan real como la mía, o la de usted.

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