jueves, 26 de marzo de 2009

De Javu


Caen pesados los párpados y se cierran sus ojos, tan lentamente. Lo veo caer en la acera desplomándose, destrozándose, pretendo ayudarlo pero eso se interpuso y me dejo dormida. De pronto la imagen se oscureció, no lo vi más. Ahora pensaba de nuevo qué pasó, en qué momento cayó, ¿por qué? Una ráfaga de viento anunció la desgracia previa a el despertar, ya no estaba en la acera de esa calle misteriosa, estaba de nuevo donde empezó todo, la puerta. Si, otra vez en el mismo lugar, avance dos pasos, retrocedí tres. Imagine el interior de la habitación, y poco a poco se recreaba la casa que tenia al frente, en mi memoria.

Creo que el coraje me motivo a avanzar o algo más fuerte quizás, no lo puedo saber bien. Tan cerca, uno a uno de mis pasos me recordaba que no debía estar en ese lugar quería llegar… al picaporte. Cuando llegue estire el brazo, para alcanzar, con mi mano derecha esa puerta y ese picaporte, luego tirar hacia abajo. Un débil sonido me indicó que había dejado la puerta, sin llave, de nuevo, empuje y la abrí. Todo estaba igual cuando encendí la luz, el sillón, el cuadro, la mesa, las sillas. ¿Era ese el sitio que tanto temía?, no, no estaba lo que buscaba. Se había perdido en algún lugar y yo estaba en esa casa sin sentido, de sobra, de más. No quería seguir viendo, por eso di media vuelta y salí, sin apagar la luz, y sin cerrar la puerta, era en vano, todo y de nada servia mi sacrificio.

Recorrí la calle mirando las baldosas del piso que cambiaban sus dibujos graciosamente. Ya no conocía otro lugar donde encontrarlo, se había desaparecido. Mis pasos se agilizaron hasta llegar a correr, la lluvia me mojaba más y más. Cerré los ojos y naturalmente me tropecé, cayendo al frío piso. Cuando abrí los ojos de nuevo no vi la realidad y lo vi de nuevo, corría mojándose en la lluvia, y una luz cegadora me envolvió. Me dolía me aturdía, no me dejaba dormir en paz, miré de nuevo, vi, caer pesados sus parpados y cerrarse sus ojos, tan lentamente. Pretendí ayudarlo pero esto me dejo dormida.

Me desperté, en el sillón de la casa, la puerta estaba abierta y seguía faltando algo. La ráfaga de viento anuncio la tragedia, el destino nos enfrento y venció. Fue mi premonición en ese momento.

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