viernes, 6 de marzo de 2009

Extraño, te extraño

Para él, que se sabe a estas alturas o por lo menos...lo sospecha



No te llegue a conocer muy bien. Fuiste de esas personas que aparecen y luego se esfuman sin anticipación. Puedo describirte extraño, tus ojos eran una mezcla entre verde y ocre, tu cabello, de color negro. Fuera de tu aspecto físico fuiste mi extraño. ¿Por qué se me escapa el pronombre posesivo a algo tan contrastante como es la misma palabra “extraño”?

Es extraño, ajeno a mí, pero cuando pienso en que tal vez conocía al extraño, se doblega, el “mi”, bajo la voluntad endeble. Quizás por que formaste parte de mí historia, algo marcaste en algún punto, que hizo que resaltaras de los demás extraños sin pronombre de posesión.

Ahora que pasaste corriendo por mi vida, y tuve la fugacidad de poder verte, siento, la ausencia. Estaba, estoy, y estaré condenada a la ausencia. Sin embargo antes de que llegaras a ser mi extraño, eras simplemente “extraño”, por que no te había conocido empíricamente. Podía vivir con el extraño sin conocerlo, pero, ¿Cómo vivir sin mi extraño?

Si supiese el por qué desapareció sin dejar rastro, o pudiese ver que existió, olvidaría. Verlo una vez más, conocerlo de verdad, para que deje de ser el fugaz recuerdo de mi extraño.

Si pudiera saber la razón de éste sentimiento de añoranza a lo desconocido, sería feliz. Pero tengo que decirte algo, tan contradictorio como los sentimientos puros:

Extraño mío, te extraño.

No hay comentarios: